martes, 15 de diciembre de 2009

Descubren los mecanismos cerebrales que subyacen en la ruptura de promesas.

Científicos de las universidades de Zurich (Suiza) y Constanza (Alemania) han descubierto los mecanismos mentales que subyacen bajo la decisión de romper una promesa, unos patrones de actividad cerebral que pueden incluso predecir si alguien va a romper una promesa o por el contrario, mantendrá su palabra. Los resultados de este estudio fueron publicados este mes en la revista 'Neuron'.

Los autores de este trabajo son el neurocientífico Thomas Baumgartner, y el economista Ernst Fehr, ambos de la Universidad de Zurich, y el también economista Urs Fischbacher, de Constanza.

Su objetivo era conocer los mecanismos cerebrales relacionados con el cumplimiento de las promesas y para ello, llevaron a cabo un experimento de interacción social controlado por un escáner cerebral donde la ruptura de una promesa proporcionaba beneficios monetarios para el incumplidor y para su pareja para la interactuación.

Los resultados de este trabajo demostraron que el incumplimiento de una promesa viene acompañado por un incremento de la actividad cerebral en areas del cerebro que juegan un papel importante en el proceso de la expresión de sentimientos y control de las emociones.

Este patrón de actividad cerebral sugiere que la ruptura de una promesa provoca un conflicto emocional en quien la incumple, debido a que el cerebro se ve obligado a no dar una respuesta honesta.

No obstante, el hallazgo más importante de este trabajo permite a los investigadores mostrar que los patrones cerebrales pueden predecir el comportamiento futuro de los individuos. De hecho, los sujetos que participaron en el experimento manteniendo la promesa y aquellos que las rompieron actúan exactamente igual cuando se realiza la promesa, ambos juran mantener su palabra. Sin embargo, la actividad cerebral en esta etapa delata a los incumplidores.

Según Baumgartner, estos hallazgos indican que la medición de la actividad cerebral podría incluso avisar de las intenciones malévolas de un individuo antes de que cometa un delito o falta, por lo que este descubrimiento podría servir "no sólo para detener a delincuentes, también para prevenir fraudes o planes criminales".

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Doce años riendo sin parar.

La famosa “edad del pavo” que llega con la pre-adolescencia es algo universal que ocurre pautadamente como un mecanismo de crecimiento y definición social del individuo, caracterizada fundamentalmente por reírse de todo. Todos recordamos esas épocas de nuestra infancia con un poco de incredulidad, muchas veces sacando lacónicas conclusiones sobre nuestra idiotez adolescente. En algunos casos, sin embargo, la edad del pavo continúa algunos años más.

En China un matrimonio lo tiene bien claro, pues tal como publica The Sun ha sido testigo de doce años de risas continuas por parte de su hija de trece años Xu Pinghui, quien no para de reírse desde que tiene ocho meses. La neurología ha mostrado un serio interés en el caso, y ya se ha previsto un estudio a fondo de la adolescente.

A los ocho meses Xu Pinghui fue atacada por una fiebre que parece haberle dejado secuelas verdaderamente nefastas. La chica nunca aprendió a hablar, y desde los dos años la única manera de comunicarse es a través de risas. “No somos nada felices. Verla reír nos hace estar más tristes que si la viéramos llorar”, dice con tristeza Yang Longying, madre de la niña.

Xu Weiming, padre de la criatura, ha gastado todo su dinero en el neurólogo para atender a la niña, y los neurólogos encargados del caso han programado un estudio de su cerebro, ante lo que se supone que es un daño en el lóbulo frontal causado por la fiebre que Xu Pinghui sufrió a los ocho meses.