En las relaciones amorosas no hay nada escrito. Y mientras más barreras ponemos más fácil es caer en dilemas y complicaciones. Por tradición, se cree que funciona mejor una pareja donde él es mayor a la mujer, y argumentos para sostenerlo se han dado muchos: que la mujer al madurar antes equilibra la diferencia de edad, que el hombre al tener más experiencia puede proteger y apoyar mejor a la pareja, etcétera.
Sin embargo, éstas no son condiciones que se den tajantes en todas las relaciones. De hecho, no es en sí la edad de las personas lo que en realidad importa para que la relación funcione, es la experiencia de vida de cada uno y las metas que como pareja quieran alcanzar en un proyecto de vida conjunto.
Siempre ha sido más escandaloso que las mujeres mantengan relaciones amorosas con hombres más jóvenes, y sólo es criticado que él sea mayor cuando la diferencia de edad pasa de los 15 o 20 años.
Sin embargo, éstas no son condiciones que se den tajantes en todas las relaciones. De hecho, no es en sí la edad de las personas lo que en realidad importa para que la relación funcione, es la experiencia de vida de cada uno y las metas que como pareja quieran alcanzar en un proyecto de vida conjunto.
Siempre ha sido más escandaloso que las mujeres mantengan relaciones amorosas con hombres más jóvenes, y sólo es criticado que él sea mayor cuando la diferencia de edad pasa de los 15 o 20 años.
Cuándo sí
Es mucho más difícil que una relación funcione cuando las diferencias se dan en etapas más tempranas. Por lo regular, las expectativas en la forma de vivir, de trabajo y de lo que esperamos de la pareja suelen ser muy distintas cuando somos adultos jóvenes que cuando somos adultos maduros y esto no es por la edad, es por la etapa de vida en la que nos encontramos. Quizá a los 20 años dejar un trabajo sólo implica salir y buscar otro, a los 35 representa la imposibilidad de solventar gastos trascendentes.
Cuándo no
Cuando la pareja, a pesar de la diferencia de edad (quizá más de 10 años) se encuentra en etapas parecidas la relación llega a ser exitosa. Actualmente, las mujeres han postergado su vida en pareja para edades más allá de los 30 años, cuando sienten que han aprovechado su carrera, se saben autosuficientes y confiadas en ellas mismas. Hombres menores se sienten atraídos a establecer relaciones formales con ellas, porque no les implica la obligación o responsabilidad de mantenerlas y procurarlas hasta en lo más mínimo, sino más bien la posibilidad de crecer y asegurar una estabilidad emocional y hasta económica más amplia.
El reto
Como en cualquier otra relación, es hacer que funcione. Esto se puede si la persona de mayor edad entiende que su pareja deberá pasar por situaciones que ella ya pasó y, con amor, permite que el otro tome sus propias decisiones y cometa sus propios errores e interviene sólo cuando le sea solicitado. Y el más joven, comprender que la falta de experiencias se suplen, en este tipo de relaciones, con un mayor uso del sentido común y de la inteligencia. Y en ambos casos, mantener una amplia y estrecha comunicación.
Kamasutra
Una de las frases más socorridas por los poetas y escritores para describir el orgasmo es sin duda “ver las estrellas” o bien, llegar a la luna. En El Kamasutra, las estrellas también forman parte de la ambientación ideal para la pareja de amantes, no en vano una de las posturas que se proponen en el libro del amor es la llamada posición de la estrella. En ella, la mujer se acuesta sobre su espalda y abre de forma amplia las piernas, de tal forma que el hombre pueda posicionar una pierna entre las de la mujer, la penetración se debe realizar de costado, para lo que él pueda tomar apoyo sobre su brazo opuesto. El varón puede también aumentar la estimulación frotando su muslo contra el clítoris. Lo bueno que tiene está posición es que la penetración por el costado proporciona sensaciones diferentes para la mujer como para el hombre. También la vulva y el clítoris están bien estimulados por los roces del muslo del hombre lo que provoca orgasmos más placenteros y, además, cada uno tiene una mano libre para acariciar y abrazar al otro. Lo único malo de esta posición es que los movimiento pélvicos de ambos llegan a ser muy limitados, a pesar de la buena profundidad que se da.